Hoy en día son muchas las personas que emplean lágrimas artificiales para contrarrestar la sequedad ocular ocasionada por diferentes patologías como el ojo seco, el síndrome visual del ordenador u otras condiciones medioambientales que generan deshidratación ocular.
En este artículo te contamos con detenimiento qué son y para qué sirven las lágrimas artificiales.
Uso de las lágrimas artificiales
Debido a los hábitos de la sociedad actual, como el uso y exposición continuada a las pantallas, la exposición a los aires acondicionados, o la contaminación, el empleo de lágrimas artificiales está cada vez más extendido entre la población.
Las lágrimas artificiales son soluciones líquidas que se usan para tratar la sequedad ocular y otros problemas relacionados con los ojos. A diferencia de las lágrimas naturales, que son producidas por las glándulas lacrimales y contienen una variedad de componentes, las lágrimas artificiales están compuestas principalmente de agua, sal y otros ingredientes que ayudan a mantener la humedad en la superficie del ojo.
Se pueden adquirir sin receta médica y ayudan a tratar afecciones oculares que que incluyen la conjuntivitis alérgica, la irritación ocular causada por el uso de lentes de contacto, el síndrome del ojo seco y la blefaritis (inflamación del borde de los párpados).
Las lágrimas artificiales no solo ayudan a aliviar la sequedad ocular y otros síntomas relacionados con los ojos, sino que también pueden prevenir lesiones en la superficie del ojo. La humedad aplicada por las lágrimas artificiales protege la córnea y previene infecciones y otras complicaciones.
Qué son las lágrimas artificiales y para qué sirven
Existen diferentes tipos de lágrimas artificiales. Dependiendo del tipo de molestía o patología de cada persona es mejor optar por un tipo de lágrima u otra.
Hay diferentes componentes de las lágrimas oculares, aunque los más utilizados suelen ser a base de ácido hialurónico y la Carboximetilcelulosa. Aunque el más común es el ácido hialurónico, será el oftalmólogo quien deberá recomendar al paciente el uso de un tipo de lágrima u otro según la patología.
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