Es probable que muy pocos sepan por qué lloramos al cortar cebolla cuando por contra muchos, por no decir que todos, hemos sufrido alguna vez esta situación cuando hemos estado metidos en faenas culinarias.
Es tal la reacción que se produce cuando procedemos a ello que muchas personas huyen de el uso de este vegetal para evitar los efectos que provoca, y por tanto, pierden por ello el aporte tan magnífico de sabor que supone para nuestros platos y recetas.
Em Oftalmocor podemos dar luz y explicación a las causas por las cuales lloramos al cortar cebolla y, si de paso colaboramos para mitigar esos efectos, mejor que mejor.
Todo lo que debemos saber acerca del por qué lloramos al cortar cebolla.
Partimos de la base de que la cebolla es un vegetal que se encuadra en la familia de otros muchos que también se distinguen por un olor intenso y característico que emana a la hora de cortar y seccionar las piezas. Entiéndase los ajos, puerros o cebolletas entre otros, como más conocidos y utilizados.
La base principal que explica la aparición de nuestras lágrimas al cortar una cebolla tiene nombre propio: el azufre. Y es que este elemento químico es absorbido por la planta durante su germinación al encontrarse presente en la tierra, procediendo a transformarlo en aminoácidos sulfóxidos.
Es en el momento de seccionar y partir una cebolla cuando dejamos libres a estos compuestos químicos pues las células que componen este vegetal se parten y se produce el escape.
El líquido que igualmente se desprende en ese corte tiene la facilidad de convertirse de manera rápida y ágil en forma gaseosa, lo que hace que sea inhalado y se acerque a mucosas y zona ocular, afectando a la misma.
Así, el cerebro reacciona ante este ataque ácido a nuestros ojos y rápidamente emite lágrimas con las que contrarrestar dicha amenaza y proteger la visión.
En Oftalmocor , muchos pacientes nos pregunta con curiosidad cómo evitar esta situación en la que lloramos al cortar cebolla, y aunque no hay grandes soluciones, sí sabemos que el problema es la emisión de gases que se generan, por lo que minimizarlos o eludirlos es la única opción.
Podemos partir con una idea que consista en cubrir lo máximo posible nuestros ojos durante el proceso utilizando por ejemplo gafas protectoras como las propias de bucear, natación o procesos de trabajo con soldaduras o similares.
Algunos expertos cocineros han incluso optado por someter a las cebollas a un proceso de congelación previo, con el fin de partirlas en ese estado y evitar al máximo que con el frío, alcancen su estado de gas con la misma rapidez y virulencia.
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